Cómo construir una relación sana con mi trabajo
- María Conde
- 17 abr
- 8 Min. de lectura
Querido lector,
Estamos por concluir el mes de enero, esta es una oportunidad para que siembres cimientos fuertes en la forma en que te conducirás el resto del año. Es el momento de decidir si permitirás que otros dicten tu agenda, dejándote llevar, o si estás listo para asumir la responsabilidad, tomar el timón y convertirte en el verdadero capitán de tu velero.
En este artículo, quiero extenderte una invitación a realizar una observación profunda de cómo te relacionas con tu trabajo. ¿Eres de los que piensa que el trabajo nunca termina? ¿Consideras que te faltan horas en el día para concluir tu trabajo? ¿Te preguntas si a este ritmo lograrás alcanzar tus metas financieras? ¿Te quedas tiempo extra o saltas de evento en evento buscando llegar a más personas o generar más ventas? ¿Te sumerges demasiado en tu trabajo que nunca tienes tiempo para tu familia, amigos o, más importante, tu propio bienestar? O tal vez te encuentres en la situación de que no te guste tu trabajo; no obstante, paga bien, así que te conformas con hacerlo, aunque en el fondo te sientes agobiado(a) y desearías estar haciendo algo distinto.
Si te identificaste con alguna de estas afirmaciones, te invito a que, durante el ejercicio de observación profunda que estás por realizar, analices tus habilidades para delegar en tu entorno, tanto personal como laboral. Aunado a esto, observa cómo actúas, cómo te relacionas con las personas de tu entorno laboral y con tu trabajo.
Por otra parte, en este artículo te dejaré algunos consejos con el propósito de ayudarte a mejorar la relación que tienes con tu trabajo para que el alcance de tus resultados mejore sin dejar de lado el bienestar integral. No tienes que dejar de ser para hacer... esto es lo que la gestión efectiva del tiempo me ha enseñado.
Ejercicio de observación (mi relación con mi trabajo)
Al regresar a tu oficina o entorno laboral, quiero que te observes desde una tercera persona. Es importante que seas objetivo y que no te permitas caer en el rol de introducirte en el papel central de solo hacer; sino que hagas y observes qué haces, cómo lo haces, cómo te comunicas y, lo más importante, qué es lo que piensas de ti mismo (qué te está diciendo tu mente) mientras te desenvuelves en ese entorno. Te sugiero escribir lo que observaste en tu diario, o si se te facilita grábalo en una nota de voz. En los días siguientes tómate un momento para regresar a leer o escucharte. El espacio donde leas o escuches puede ser en contacto con la naturaleza, una caminata, un atardecer o amanecer, mis favoritos.
Fortalecer la habilidad de soltar y eliminar la creencia de que somos indispensables puede ser un reto para aquellos que estamos acostumbrados a hacer todo. Aunque en el corto lapso esto nos brinde una sensación de control, a largo o mediano plazo no es una opción sostenible, menos si el objetivo es generar crecimiento.
Los beneficios de delegar pueden ser variados. Por mencionar algunos: abre espacio para la introspección, el crecimiento y la inspiración. Mismos que podemos plasmar en los diferentes roles y entornos en los que nos desenvolvemos.
Me he tomado el tiempo de entrevistar a algunas personas sobre los temas que expongo en este blog. El otro día Julia (seudónimo) me platicó su experiencia en el tema de delegar. Al preguntarle a Julia si consideraba que le costaba delegar en su vida personal y laboral, Julia expresó: "A mí lo que me gusta es que las cosas se hagan de la forma en que yo las haría, creo que soy muy perfeccionista". Julia realizó una breve pausa e hizo ese pequeño gesto que articulamos cuando recordamos algo o nos conectamos con una memoria. A continuación, afirmó: "Me cuesta delegar, pero creo que esto es porque mi mamá era así, era muy perfeccionista, siempre revisaba lo que hacíamos después de darnos una tarea, entonces tal vez estoy repitiendo lo que me enseñaron". ¡Eureka!
El ejemplo de Julia, aunque se da en un contexto más personal, no deja de ser algo que podemos llevar a cada uno de los entornos en los que nos desenvolvemos: las creencias de que las cosas tienen que ser y hacerse exclusivamente de cierta manera. ¿Te sentiste identificado con Julia?
Otra creencia común es pensar: "Yo puedo hacer todo sola(o), no necesito la ayuda de nadie", lo cual evita que contemples siquiera la idea de delegar tareas de menor importancia. Este tipo de actitud nos llena de tareas que pueden ser innecesarias y retrasar lo que es verdaderamente importante.
Una situación peculiar con la que me he encontrado en mi rol como directora de proyectos, al dirigir y capacitar líderes de diferentes disciplinas, es que los profesionistas carecen de las habilidades para discernir sobre el grado de importancia de las tareas. En repetidas ocasiones he visualizado que los líderes se llenan de tareas porque consideran que todas ellas son altamente importantes; no obstante, minimizan las que sí son de vital importancia y lo atienden apagando el fuego (a las prisas), sin contemplar el trabajar en la prevención (lo cual es una estrategia para moldear el tiempo).
No obstante, te estarás preguntando cómo puedes identificar las tareas de menor y mayor importancia, tomar mejores decisiones y lograr alcanzar el equilibrio entre tu trabajo y bienestar personal. La respuesta tal vez te sorprenda; sin embargo, la he comprobado y la he visto plasmada al estudiar los hábitos y rutinas de líderes en diversas disciplinas. Las técnicas que han utilizado parten desde hacerse conscientes de sus creencias limitantes hasta profundizar en el autoconocimiento de su persona como un ser integral.
Delegar en el entorno de trabajo puede ser uno de los mayores retos a los que se enfrenten los líderes en la actualidad. En el artículo 8 Ways Leaders Delegate Successfully, Deborah Grayson Riegel plantea que, para muchos líderes, delegar se siente como algo que deben hacer, pero no hacen. Puedes leer el artículo completo dando clic en el nombre del artículo.
Para comenzar a cerrar este artículo, te dejo cinco estrategias que utilizo para beneficiarme de la magia de delegar y tener una relación más sana con mi profesión:
Realizar ejercicio, alimentarme de forma nutritiva e hidratarme, darle a mi cuerpo alegría macarena. A pesar de que estudios científicos validan que, a mayor oxigenación, logramos tener mayor claridad sobre la forma en la que realizamos nuestras tareas y que nuestra toma de decisiones se puede ver favorecida cuando nuestro cuerpo está en su mejor versión. El tener hábitos saludables sigue siendo algo infravalorado. Es esencial que, si queremos que nuestra capacidad cognitiva funcione bien, le brindemos a nuestro cuerpo los nutrientes y el cuidado necesarios para que así sea.
Establece prioridades. Si buscas entender qué es prioritario, el primer requisito es saber a dónde vas. En mi experiencia dudé durante un largo periodo de tiempo avanzar por el camino que quería, aunque en el fondo siempre supe lo que me apasionaba. Influenciada por el miedo a no encajar en lo que todos decían que debía ser o la irresistible paradoja del éxito empresarial, en el que nos sumerge lo que Byung-Chul Han denomina la sociedad del cansancio. Cito sobre la sociedad del cansancio: "En donde el éxito empresarial trae consigo un reforzamiento de Uno a través del Otro, y en ese proceso el Otro se degrada. La lógica del reconocimiento provoca que nos veamos atrapados en nuestro ego". Esto termina por hundirnos y ahogarnos en nosotros mismos.
Sus palabras son duras, pero reales. Me sentí identificada con el pensamiento de Byung-Chul Han, a quien estoy leyendo recientemente, no solo por su forma de ver el mundo, sino porque he vivido la experiencia de sentirme hundida en mi ego, atrapada por el ciclo del rendimiento, de ser mejor, poder, poder, poder más...
Establecer límites. El poder del "no": aprende a decir que no a lo que se contraponga con tu salud física, emocional, mental y espiritual, a aquello que no te brinde tranquilidad. Aprende a depositar tu energía en aquello que realmente amas. El poder del "sí": aprende a decir sí a todo lo que sume a tu salud integral. Por ejemplo, caminar en la naturaleza, leer un libro, escuchar música clásica (es una belleza, mientras escribo este artículo escucho a Bach y no sabes la energía que se siente en el sonido), cuidar tu cuerpo, entre otros.
El crecimiento. Si quieres crecer, consume calidad. No te distraigas con información basura o chismes en redes sociales, no obstante, si sostienes una conversación escucha con compasión. En diciembre un nuevo maestro me compartió lo que él considera como la diferencia entre la empatía y la compasión. Dijo: "La primera viene desde el ego, desde el pensar que me puedo poner en tus zapatos, algo que no es posible porque cada quien vive su propia experiencia. En cambio, la compasión viene desde el 'te escucho, no puedo recorrer tu camino, sin embargo, estoy aquí para ti'." Me gusto.
Entonces, aprende a escuchar, no a consumir. No permitas que información externa traspase tus barreras o tu creencia de que el mundo es bello y que, al igual que en ti, existe bondad en todos.
El descanso. Aprende a tomarte un respiro, a desconectarte, apagar el switch sin culpa. Duerme las horas necesarias para tu recuperación. En este apartado me gustaría recomendarte el podcast de Cracks, donde Oso Trava entrevista a la Dra. Elisa Sacal: Duerme mejor y aumenta tu productividad. Elisa es especialista del sueño. Una de las cosas que ayuda a mi desempeño es descansar adecuadamente. Aprendí a notar la diferencia entre despertar fresca y despertar drenada, entre tomarme un café por gusto y uno por necesidad de energía o para rendir. Así que, escúchate, obsérvate.
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