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Minimalismo Emocional: El Arte de Soltar

Estimado lector,


Quiero invitarte a realizar un ejercicio. Toma con seriedad cada una de las preguntas que te enlisto y responde con sinceridad. Al final, el único que está escuchando eres tú. Las preguntas son las siguientes:


  • ¿Cómo inicias tu día? ¿Cuáles son tus pensamientos, de flojera u optimistas? ¿Comienzas tu mañana con energía o particularmente agotado? ¿Das las gracias?

  • ¿Cómo es tu entorno? Desde la organización de tu recámara hasta los lugares que frecuentas.

  • ¿Quiénes son tus amigos? ¿Cuáles son sus hábitos y de qué conversas con ellos? ¿Qué información consumes? ¿Cómo pasas tu tiempo libre?

  • ¿Vives en plenitud? ¿Amas tu rutina? ¿Te amas? ¿Eres feliz? ¿Hay algo en este momento que te preocupe o te haga sentir fuera de equilibrio?

  • ¿Tienes una rutina de sueño? ¿Estás en redes, ves una serie, tienes pláticas profundas con tus hijos y pareja, o practicas el hábito de la lectura?


Si te encontraste con una vertiente de complejidad a nivel personal, pensamientos y emociones, o pensaste: "Me gustaría hacer algo distinto a lo actual", te sugiero dedicar un “momento minimalista” no mayor a treinta minutos para profundizar, ya sea durante una meditación o una caminata. En lo personal, me gusta realizar este tipo de ejercicios como mínimo una vez al mes. ¿Qué busco con esto? Incrementar mi productividad, optimizar mi energía y evaluar dónde estoy en relación con mis metas a largo plazo.


En mi última reflexión, elegí abordar esta situación con el conocido, pero inefectivo método de "sobrepensar" y "sobrecargar". Al final, me encontré cara a cara con el reto de considerar lo que me está sumando y lo que no. ¿Alguna vez has escuchado alguna de estas frases: "Hazlo simple" o "Menos es más"? Ambas hacen referencia al acto de vivir y hacer con lo esencial. Sugieren que avanzar de esta forma te posiciona mejor e incrementa tus posibilidades de obtener mejores resultados. Esto se puede aplicar tanto en términos materiales como en nuestra interacción con los demás, en lo mental y emocional. De manera inconsciente, podemos ir acumulando pensamientos o emociones que nos generan una sensación de pesadez, aplicaciones o redes sociales innecesarias, accesorios personales o del hogar, amistades superficiales o una gran cantidad de metas, pero sin avanzar diligentemente hacia ninguna dirección en concreto.


Los motivos para acumular son diversos: desde no querer hacerse responsable de otras cosas importantes y buscar distracciones, hasta sentir que estamos haciendo algo significativo para demostrar que podemos, o aferrarnos al victimismo, prefiriendo torturarnos con la idea de lo que podría haber sido. Estos son solo algunos ejemplos. En todo caso, si has venido acumulando algo, la respuesta la tienes tú; este es tu camino, explora en tu interior. Una vez que lo hagas, ten el coraje de optar por una vida minimalista, tanto en pensamientos como en todo lo que consumes. En la búsqueda de validación, compañía o llenar vacíos, encuentra en tu interior la tranquilidad que necesitas. De eso se trata, ¿no?


A menudo se cuentan historias de personas que confirman que, a pesar de acumular bienes materiales o alcanzar el éxito profesional, no han logrado "alcanzar" la felicidad. Como sociedad, se nos dificulta percibir que la felicidad reside y permanece en nuestro interior. En otro de mis artículos la describí como el arte de aprender a ver lo que sucede con gracia y humildad, independientemente de la tormenta, los fracasos, los errores, las decepciones, las pérdidas, e incluso los éxitos. Cuando hablo de "aprender a ver", me refiero a observar lo que nos dicta el susurro del alma: si nos dice que una meta a largo plazo es suficiente, que un verdadero amigo vale más que cinco superficiales, que soltar lo que estamos acumulando está bien, y así sucesivamente.


Durante mi más reciente experiencia oficial de triatlón, en la etapa de nado me percaté de que, aunque mi confianza ha aumentado, aún persisto en cargar cosas que no son necesarias para sentirme segura ("old habits die hard"). Al salir del agua, me quedé con tarea pendiente, pero no me enganché; troté ochocientos metros hasta el área de transición y tomé mi bicicleta para comenzar el ascenso hacia Cabrillo Mountain. Al llegar al monumento, pude observar el mar desde lo alto y llevarme una fotografía mental de esa experiencia. Ahí me di cuenta de que no necesitaba más que un momento minimalista.


Al concluir la competencia, me senté en el pasto y, de nuevo, observé en mi interior. Me hice la pregunta: ¿qué más vengo cargando que no necesito? La mayoría de las veces no se trata de lo material que estamos acumulando; nuestras acciones son solo un reflejo de nuestro interior. En la respuesta surgió la parte emotiva: al fijarme una meta u objetivo, siempre le doy una intención, y en algunas ocasiones otros aprendizajes se concretan durante el proceso. Este fue el caso. A mi mente vino una imagen de días previos a la competencia, mientras veía con nostalgia fotos de experiencias que he vivido con mi hijo. Heráclito dijo: "El cambio es una constante". Sin embargo, aceptar algunos cambios toma más tiempo que otros. Lo que estaba cargando era la emoción de la nostalgia, ya que está a meses de mudarse para estudiar en otra ciudad. Mantenerme activa me está ayudando a superar esta emoción, a soltar de una forma sana.


Si observamos las cosas que amamos y nos vemos en la necesidad de dejar ir desde una perspectiva empática y compasiva, le daremos un espacio minimalista a la emoción. En este caso particular, soltar desde el amor mi naturaleza protectora le permitirá a mi hijo construir su propio camino. Como padres, puede que caigamos en algunos errores humanos comunes, como querer imponer a nuestros hijos que estén cerca, buscar moldearlos a nuestra manera o incluso pensar que su felicidad depende de nosotros.


Cuando, a mis dieciséis años, me fui de la ciudad con una mochila y un grupo de amigos a conocer México, terminé trabajando en una cocina vegana en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México (UNAM). Apliqué desde los valores que aprendí en casa y en los libros, hasta lo que venía de mi propia esencia. Leí de otra forma los relatos vividos al escuchar la historia de nuevas personas. Mi mente se expandió, al igual que mi nivel de conciencia; entendí entonces que mi entorno era pequeño en comparación con el vasto y bello mundo que existe afuera. Acepté que mi camino no era el de mis padres y sé que en el presente soy capaz de aceptar que el camino de mi hijo tampoco es el mío. Su felicidad no depende de mí; solo él puede elegir ser feliz. Suelto la preocupación, el miedo y el motivo de mi nostalgia. Me doy el regalo de pensamientos minimalistas.


En lo emocional, me di cuenta de que esta nostalgia se debe al apego que uno siente por los hijos. Aunque deseemos que crezcan y seamos conscientes de que ellos no nos pertenecen, es casi imposible no sentir que son nuestros. Así que, este fin de semana, lo mejor que pude hacer fue sentarme en ese pasto después del evento, agradecer por su compañía y decidir avanzar.


Partir de esta decisión me hizo darme cuenta de que tengo más por soltar, cosas que he ido acumulando en mi vida y que, en esta etapa, no están sumando a mis metas a largo plazo. Todo ciclo llega a un fin; ha llegado el momento de cerrar viejas puertas y comenzar a crecer en otras que he abierto.


Cuando lo que tenemos que soltar no es material, es merecido darnos el regalo de procesar de una forma más profunda, empática y reflexiva. No olvidemos que la familia, la forma en que interactuamos con los demás y las relaciones son una parte esencial de nuestra salud integral. Cosechemos relaciones saludables.


Con este cambio vienen otros que comenzaré a implementar. No podía pasar desapercibido realizar una limpieza a nivel material: todo aquello que no sirve a la persona en la que me he convertido. Estamos en ello.


¡No es necesario que carguemos con tantas cosas; suelta el equipaje extra! Menos es más. Anda ligero por la vida; no imaginas la claridad que viene después de dejar ir el apego a las personas y las cosas. Disfrutemos la dicha de vivir en libertad y de que los demás también lo hagan.


Si estás atravesando un momento en el que necesitas soltar o hacer una limpieza interna, escucha esta bella canción y suelta el miedo a dejar ir. Aquí te dejo de nuevo a mi artista favorito, Trevor Hall, con la canción "Put Down What You Are Carrying".


En esta canción, Trevor Hall nos invita a no ir a la guerra con nosotros mismos, a no gastar energía atormentándonos por lo que no podemos cambiar, y a dejarlo ir de nuestra mente.


Suelta tus brazos, suelta tu miedo, ten el coraje de dejar ir las batallas internas y liberar el dolor que estés cargando. No vayas a la guerra contigo mismo; practica la autocompasión. Que tus conflictos internos no te definan; tienes cosas más importantes que hacer.

Practica el minimalismo con tus pensamientos, en la información que consumes, en tu trabajo y entorno, al organizar tu agenda y hogar, en tus relaciones e incluso al momento de seleccionar tus metas.

Una vida minimalista no solo se trata de optimizar nuestra vida material; se trata de:


  • Soltar la preocupación.

  • Soltar el sobre pensar.

  • Soltar el pasado.

  • Soltar aquello que está destinado a tomar su propio camino.


Con amor para ti, por tu salud y tus negocios.


Maria Conde

 
 
 

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