Sumergirse en la Vida: Mi Primera Experiencia en Aguas Abiertas
- María Conde
- 17 abr
- 3 Min. de lectura
Estimado lector,
Te cuento sobre mi experiencia de este domingo, mi primera vez nadando en aguas abiertas. Había pasado semanas planeándolo, pero diversas situaciones lo dificultaron. El wetsuit no llegó en tiempo, la paquetería se extravió, se me hizo tarde en el cruce, me retrasé en el cruce... Y la joya de esta historia: intenté nadar el 4 de julio, cuando la playa estaba atestada de gente, haciendo imposible nadar de forma segura. Ese día caminé más de una hora y perdí mi carro (si, se me olvido donde lo estacione), después del intento fallido de nado.
En otro momento, esto me habría desanimado, pero debo confesar que algunas situaciones me hicieron reír. A veces, cuando la vida pone obstáculos, lo mejor es reírse de lo que parece mala suerte. No cambiaría nada de lo que ocurrió porque este domingo esto me permitió conocer al Club Tri de San Diego. Me dieron consejos, me regalaron mi primer gorro de triatlón y me invitaron a unirme a ellos para nadar. Todo es perfecto como es, y ese es uno de los secretos para disfrutar cada momento, abrazar a cada uno incluso aquellos que parecen incómodos.
¿Cómo fue la experiencia? Pasando de una incomodidad a otra. Ponerse el wetsuit de triatlón es una molestia desde las piernas hasta los brazos. Una vez puesto, no hay vuelta atrás: te colocas los accesorios y te lanzas caminando en el agua para luego empezar a nadar.
Te preguntarás, ¿en qué consiste el nado en aguas abiertas y por qué lo hago? En mi caso, me preparo para nadar 500 metros en un sprint triatlón, nadando estilo crol con la cabeza ligeramente arriba. Es parecido al nado en alberca pero en este primer caso debes elevarte porque la visibilidad es casi nula, hay algas y el agua es más oscura en la bahía. Así que, si te vas sumergido con la cabeza abajo por bastante tiempo sin visualizar a dónde te diriges es muy posible que pierdas la dirección. Por esto tienes que encontrar la forma de, mientras nadas, no perder de vista las boyas que están colocadas ahí para orientarte.
Desde una perspectiva menos técnica, adentrarse en el mar es entrar en una pequeña parte del espacio que contiene el elemento predominante en nuestro planeta y en nuestro cuerpo. Es una sensación de libertad, de ser uno con el agua, de verte a ti mismo como parte de la Tierra. Nadar en el mar es llevar nuestra alma a explorar los sentimientos más profundos; el agua te limpia y te enseña a fluir con la vida misma.
La primera emoción que sentí al entrar al agua fue felicidad y conexión, mi dopamina y serotonina en su máximo esplendor. Me enamoro de vivir nuevos procesos de aprendizaje, experiencias que me hacen crecer emocionalmente y refuerzan mi creencia de que la felicidad y la salud integral son esenciales, y transformadoras.
Sé que puede sonar bonito, y entiendo que para muchos es difícil siquiera poner un pie en la alberca. También tenía miedo al agua, pero familiarizarme con ciertas técnicas me ha facilitado nuevas experiencias.
Una técnica que utilizó para calmar mi mente, es aceptar la incomodidad. Me pregunto, ¿qué es lo peor que puede pasar? Y parto a visualizar soluciones. Esto me ayuda a incrementar la confianza en mi capacidad para abordar los problemas en el momento en que surjan.
Comienzo a cuestionar (dependiendo de la experiencia): agua en los ojos y contestó no me hará nada; probar agua salada bueno eso es parte de; estar lejos de la orilla y no hay nada de que sostenerme, se flotar.
Los primeros 750 metros fueron difíciles, me detuve en repetidas ocasiones por la falta de visibilidad. En la segunda vuelta, me felicitaba por mi progreso. Cada pequeño logro lo recibo con amor, y con la firme creencia de que todo estará bien.
Recorrí una distancia total de 1663 metros en la bahía. Hace dos años, no podía pisar una alberca sin miedo. Ahora, acepto que la incertidumbre y el miedo son herramientas que me preparan y no me limitan. Soy yo quien me limita y también quien me eleva.
Lo más importante al enfrentar una experiencia incómoda es abordarla con la mentalidad de divertirte. No enfoques tu atención en lo que puede salir mal, sino en que puedes resolver cualquier problema que se presente. Permítete fluir con el agua y con la vida misma.
Con amor para ti, por tu salud y tus negocios.
María Conde
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